Gozan de mi extrema simpatía aquellas protestas que no solo no les hacen la vida más difícil a los demás, sino que tienden a facilitársela en algún sentido. Ejemplo: el verdurazo, que desde ayer hasta mañana tiene lugar frente al Congreso.

En el otro extremo, los piqueteros se destacan por cortar y arruinarles sistemáticamente el día a miles de ciudadanos, que no pueden llegar a tiempo a sus actividades. ¡Qué manera de hacerse odiar!

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