Mauricio Macri pateó ayer la mesa de decisiones políticas y modificó, como nunca desde que asumió la Presidencia el 10 de diciembre de 2015, la estructura interna del poder. El Presidente armó un nuevo esquema de pirámide de gobierno donde se incorporan como staff permanente no sólo Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, sino también Rogelio Frigerio y Emilio Monzó.

El jefe de Estado licúa así al tridente Marcos Peña-Mario Quintana-Gustavo Lopetegui, un grito sordo de Cambiemos que se inició, al igual que la crisis de las tarifas, a través de la UCR y la Coalición Cívica de Elisa Carrió, pero que degeneró en un reclamo público de economistas de confianza de Macri como Carlos Melconian, eyectado del Gobierno nacional por el jefe de Gabinete.

El fin de semana, en la intimidad del poder empezó a circular la versión de una cirugía política mayor. La económica llegará una vez que finalice la corrida cambiaria y el dólar encuentre techo. Ayer corrió como versión la renuncia del economista radical Javier González Fraga a la presidencia del Banco Nación. También se especuló con la salida de Marcos Peña para ser reemplazado por Rodríguez Larreta en la Jefatura de Gabinete. “Mauricio no va a degradar a Marcos así. Menos ahora”, susurró un funcionario que tiene acceso al despacho presidencial.

La salida que encontró el Presidente es intermedia y casi invisible. La virtual intervención de la Jefatura de Gabinete por Larreta y Vidal, con Frigerio y Monzó con silla permanente en ese elenco. La medida es irritante para Peña, acostumbrado a monopolizar la comunicación y las decisiones finales ante la cima del poder. E implica también una capitis deminutio para Lopetegui y Quintana. “Marcos, Mario y Gustavo son mis ojos y mi inteligencia”, había sido la frase de Macri para ordenar el poder. Esa manifestación ya carece de sentido. El Presidente reorganizó ayer la estructura de toma de decisiones. Una medida que también tendrá implicancias en la carrera por la sucesión. Suben Larreta y Vidal, a quienes el Presidente ahora coparticipa en las políticas de Estado, y baja Peña, el funcionario más dañado por la crisis más allá de Dujovne, su longa manu en Hacienda, y Federico Sturzenegger. La confianza de Macri en el gabinete económico implosionó. El diagnóstico lo confirman las múltiples consultas del jefe de Estado a otros economistas, desde Martín Lousteau hasta Guillermo Nielsen.

Manda el corto plazo

La estrategia política y económica ya no será a largo plazo como predicaba el jefe de Gabinete. La Casa Rosada recibirá de manera semanal a Larreta, Vidal y Monzó para establecer objetivos de corto plazo que brinden un horizonte a la crisis.

La salida intempestiva hacia el Fondo Monetario Internacional, ideada y ejecutada por Nicolás Dujovne -delegado de Peña en el manejo de la economía-, no logró frenar la corrida cambiaria ni estabilizar los mercados. La cotización del dólar no encuentra techo desde hace tres semanas y ahora la esperanza sería anclarlo en $25.

La definición de los términos del stand by con el FMI demorará al menos cuatro semanas más según admiten desde el Ministerio de Hacienda. El anuncio no logró los efectos deseados para reconstruir la confianza. Al contrario. Generó clima de zozobra ya no entre los grandes jugadores del mercado financiero, sino también entre los microahorristas que todavía tienen fresco el año 2001.

El Presidente entró ayer en la fase de blindar la gobernabilidad. En la actual coyuntura, y después del espejismo que transitó desde que ganó las legislativas del año pasado, se esfumó el horizonte 2019. El regreso de Monzó y la instalación de Larreta-Vidal en el círculo más diminuto de la nueva estructura de poder revelan que Casa Rosada comprendió al peronismo como dador de gobernabilidad y no como enemigo a borrar de la faz de la tierra. “¿Para qué vamos a aliarnos con el peronismo si en 2019 podemos quedarnos con todo?”, era el mantra que difundía Peña entre el funcionariato de Cambiemos después de ganar las elecciones de medio término.

Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza y jefe del Comité Nacional de la UCR, dinamitó en público la política de tarifas diseñada por Macri y José Aranguren. Elisa Carrió siguió el mismo camino. Son los principales aliados de la coalición Cambiemos. Paradójicamente, ni siquiera los gobernadores del peronismo se animaron a atentar así contra la gobernabilidad presidencial. Juan Schiaretti (Córdoba), Juan Manuel Urtubey (Salta) o Gustavo Bordet (Entre Ríos), presuntos adversarios de Macri, demostraron más cintura política que Cornejo o Carrió cuando se los consultó sobre el ajuste tarifario. “El Congreso no tiene potestad para legislar en materia tarifaria”, respondieron más allá de su discrepancia con la decisión del Ejecutivo Nacional. Macri comprendió que la gobernabilidad va más allá de Cambiemos y que tal vez no sea tan buena idea intentar extinguir al peronismo en el año y medio de mandato que le queda por delante.

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